sábado, 28 de junio de 2008

¿Vacaciones de verano?



Bueno pues para mí hoy mi vida termina, al contrario de lo que dice la canción, y siguiendo mi línea positiva de encarar la vida, los días de playa han terminado, por lo menos en su primera fase de estas vacaciones de verano. Y es que, con hijos uno tiene que hacer verdaderas peripecias para organizarse el largo y tedioso verano. ¡Tres meses! Ni un día más ni uno menos hay que encajar con malabares en el calendario para poder compaginar el famoso binómio vida laboral y familiar. Por el momento, ya he completado 10 de los 30 días de vacaciones que mi convenio marca, los otros 20, los dejo para el mes de agosto. El que la escuela termine a mediados de junio y no se retome hasta mediados de septiembre no facilita las cosas a las familias (estén formadas de la forma que sea), y si la economía familiar no acompaña, la hazaña aumenta el grado de dificultad. Por lo menos, tengo el soporte de familia y amigos que me hacen más llevadera esta árdua tarea. Junto a 3’15 hemos podido disfrutar de una semana en casa de su padrino en Mallorca. Ahora estamos ultimando los preparativos para los casales del mes de julio. Como decía, no son precisamente baratos y luego pocos recursos te quedan para ir a la playa, salir a tomar algún helado y esas cosas que necesitas hacer para rellenar las horas sin que llegueis a mataros entre el bochornoso clima y el aburrimiento. Y es que todo cuesta dinero. Dinero, dinero, dinero. Ya puedes ser el rey de la logística y la elaboración de planes de mínimo coste, que el dinero se desvanece sin darse cuenta.
Cuando llega el verano me cuestiono porque no me podría trasladar a vivir a algún lugar costero y así tener solucionada una importante parte para cubrir las actividades veraniegas: Los agradecidos baños en la playa. Y es que, viviendo en una ciudad interior, te queda la opción de ir a la piscina, pero, no es lo mismo, no es lo mismo. No es igual saber que la gente se mea en el mar (es grande, existen las corrientes y parece que todo se descompone a una velocidad vertiginosa) que en un espacio de aguas estancadas, por más cloro que haya, aunque cuando he dicho que todo se descompone, no incluía los condones, las compresas y otras delicias que te llegas a encontrar en las maravillosas aguas marinas, por favor, si alguno/a de los responsables de que estos diversos objetos vayan a parar al mar está leyendo esto que tome conciencia y le pido, desde aquí, que deje de ser tan GUARRO/A. Y adiós a los juegos con las olas, aunque te libras de la engorrosa arena, que tres días después, todavía aparece por todos lados, por más que te duches, no creais que pasaba por alto ese detalle, si algo hago varias veces al día en verano es ducharme, también desde este aquí solicito a la mayoría de las personas que se ven en la obligación de viajar en transporte público que practiquen esta agradable actividad, por el bien de todos. Sabemos que el sudor es algo natural, lo que no lo es tanto es que se huela a 10 km a la redonda y con la intensidad del más puro queso de Cabrales.
Yo no llevo nada bien el calor, y más que este, la exposición al sol. Los peligros de este sobre la piel me traen por el camino de la amargura, pero tengo muy presente la prevención ante quemaduras y otras lesiones epidérmicas y me embadurno de cremas protectoras e hidratantes, pero me agota soberanamente, si añadimos que no sólo me pringo a mí, si no también a mi hijo, podría hacer el cálculo del tiempo que destino a esta actividad y tal vez me saldría que dedico una semana de los tres meses a untarnos potingues sobre la piel.
En definitiva que, agradezco mi horario laboral nocturno, sobretodo en verano por razones obvias, no es igual trabajar a la intemperie del achicharrante mediodía estival, que bajo la tregua del descenso de temperatura de sus noches. ¡¡¡Y encima este año con aire acondicionado!!! Así que el resto del día me queda buscar rincones lo más frescos posibles y resguardados por la sombra para sobrevivir y no caer en una crisis psicótica presa por los efectos de una saturación incandescente y acabar saliendo a la calle a matar gente. (Mi batalla contra la invasión de hormigas en mi cocina la dejo para otro día)

Esta canción es para Arual, por su reciente maternidad. :))

miércoles, 18 de junio de 2008

La Ciénaga

La Ciénaga es una ciudad en la que a pocos kilómetros está el pueblo de Rey Muerto y muy cerca de este la finca La Mandrágora, en donde veranea la familia de Mecha (Graciela Borges), una mujer de unos cincuenta años, sumida en una crisi existencial agravada por una predisposición a la bebida. Mecha se casó con un hombre más con título de inútil que de marqués, pero dinero parece ser que no les falta, pese a que la casa aparece bastante destartalada, el principal estropicio, el filtro de la picina, que más que ésta se semeja a una ciénaga en la que el agua se mantiene sucia y estancada, cubierta por hojas secas y muertas. Clara representación de la desestructuración que sufre la familia, sumida en un letargo abandono, más allá del hastío veraniego. No hay vida, ni buenos propósitos entre los habitantes de la mandrágora, Mecha, más preocupada por que el servicio atienda al teléfono o los pequeños hurtos de toallas que puedan cometer y su temor por no acabar sus días encerrada en su habitación así como le sucedío a su madre, que por el abandono al que tiene sometido a sus cuatro hijos, producto de su fracasado matrimonio con Gregorio, también más atento a que su cabello esté bien secado antes que llevar con urgencia a su esposa al hospital, que debido a su estado etílico ha caído al suelo clavándose cristales rotos de las copas en su pecho y está desangrándose. Con esta presentación, una tarde cualquiera de finales de verano, con un grupo de amigos apoltronados alrededor de esa putrefacta piscina y un cielo ennegrecido por la inminente tormenta, pese a no perder en ningún momento la sensación de sofocante bochorno que envuelve el ambiente durante toda la película, Martel adentra al espectador a un cúmulo de situaciones/circunstancias que se suceden en el tiempo narrativo, pero sin una estructura clásica en el guión. Las diversas acciones se encadenan como en la vida misma sin una trama central, sin nudo, sin un punto álgido, desde el que empezar a definir el desenlace. La suma de las diferentes subtramas con ejes fijados en las interrelaciones de los muchos personajes que anidan en la escena, constituyen, como en una granada, la fruta en su conjunto. Nada es explícito y nada queda resuelto. Es como asomarse por unas horas a la ventana de las vidas de estas dos familias, la de Mecha y su prima Tali (Mercedes Morán) , que acudirá de visita a la masia con su propia familia trás el incidente del principio.
Varias son las críticas que he leído tras el visionado de La Ciénaga, de Lucrecia Martel. Y opuestas sus opiniones. O bien la ensalzan como una magistral ópera prima de esta directora argentina, o bien, muestran estupefactos su rechazo y enfado por el sentimiento de tomadura de pelo, al no explicar nada, o nada interesante que haya por contar. Entre las filas de los decepcionados, se ha alzado, como estandarte, la acusación de presentar una narrativa pobre, con un exceso de planos prolongados; personalmente, este film me parece una delicia de contemplar, tanto a nivel visual como argumental.
La asfixiante atmósfera que consigue capturar a través de las imágenes, los diálogos y la interpretación es excelente, sobretodo por todo aquello que no se dice, por lo que se insinua con gestos, miradas y detalles. Las pinceladas, que los detractores han señalado como personajes poco definidos, permiten al espectador construir mentalmente cada una de las historias que nos muestra sin necesidad de un guión encartonado. Artficiosidad para unos, sutilezas para otros: La constante lluvia que amenaza en embarronar todo el paisaje inundando sus existencias sinsentido, los animales filmados, evidentes símbolos en cada una de sus apariciones: la vaca atrapada en el río, el conejo sobre la encimera, los perros sueltos y el ladrido del de los vecinos de Tali, que tanto asusta al pequeño Lucho, los peces que han pescado... Son elementos metafóricos que describen y acompañan a los personajes. También están las constantes alusiones a las heridas: las cicatrices de Mecha, el ojo ausente de uno de sus hijos, la cara magullada que le queda a Jose, el hijo mayor de los anfitriones, el corte de Luche en la pierna y su diente de más que le ha salido... Nada funciona correctamente en esta casa, se empeña en mascullar una de las protagonistas, y bajo esa perspectiva, difícilmente pueda hallar una solución a semejante desastre.
Pese a no haber una sóla escena de sexo, hay una elevada pulsión sexual, más allá de los límites convencionales, sin un sello con hechos que lo constanten. Eso me ha parecido entrever a mí, y diversas críticas que posteriormente he consultado han confirmado mis impresiones.
A lo largo de la película, se sostiene una gran tensión de que algo grave está por suceder, pero de todo lo que el espectador teme pueda ocurrir, nada sucede, más lo inesperado hace acto de presencia, cuando se pretendía evitar una desgracia mayor.



Me quedo pensando sobre el comentario que Tali hace al final del trailer.
Hay que hablar porque si no después es peor, las historias se repiten.

martes, 17 de junio de 2008

Aquellos eternos veranos

Las tardes de verano de mi infancia-adolescencia se caracterizaban por contemplar el proceso de descomposición de los restos de sandía en los platos todavía por recoger de la mesa, en los que las semillas terminaban por secarse bajo el sol, y los ronquidos de fondo de mi tío tumbado en el sofá, apropiándose del único ventilador del apartamento encarado justo frente a sus pies, mientras en el televisor no podía verse otra cosa que no fuera la vuelta ciclista. Como mi madre y mi tía sentían una auténtica aprensión ante la posibilidad de bajarnos a la playa en pleno proceso de la digestión, teníamos que formar guardia en casa por lo menos durante las dos horas siguientes a la comida, sumando a ello los peligros por sufrir una insolación si pisábamos la arena antes de las 4 de la tarde, no nos quedaba otra que pasar un par de horas larguísimas en el balcón jugando a las cartas, con el toldo echado, no fuésemos a derretirnos bajo el sol.
Recuerdo el olor a sardinas a la brasa en las noches de verano y el pollo a l’ast de los domingos, día en que mi madre se ahorraba cocinar, pero no quedaba libre de quitar la mesa, lavar los platos, hacer las camas, barrer y fregar. Aunque astutamente compartía esas tareas delegándonos a mí y mi prima parte de las consabidas labores domésticas, olvidándose deliberadamente de mi hermano y mis primos (todos varones), que se agenciaban las bicicletas dejándonos a nosotras el delantal colgado en la manilla de la puerta de nuestra habitación. Corríamos en protección de nuestras progenitoras, pero nos topábamos ante un muro de impotencia al recibir como único gesto de consuelo un resignado encoger de hombros por parte de estas.

Yo no se si los tiempos han cambiado para mejor o peor. Si los veranos siguen siendo esa época tan esperada en la que el tiempo parece detenerse y en tres meses de estío se sucede una vida entera. La gente ya no veranea en el mismo lugar año tras año, o puede que algunos sí lo hagan todavía, y cambian el frigodedo por el calipo, los garitos y chiringuitos con música pachanguera son sustituidos por discotecas, los cuadernos santillana y los remordimientos la última semana antes de volver al cole por no haber abierto ninguno. Ya no se si los amigos del instituto son echados de menos por su ausencia con el messenger al alcance todos los días del año. Lo que no se es si, en el fondo, no añoro tanto el hecho de que todas esas cosas hayan ido cambiando como que esos veranos ya no se repetirán más.


lunes, 9 de junio de 2008

(Anti)Faz - La misma película distinta banda sonora

¿Quieres bailar?
¿Por qué no?

Mohammad Rafi - Jan Pehechaan Ho



¿Quieres bailar?
¿Por qué no? (hace tiempo que nadie me lo pedía de una manera tan tierna. ¡ Menudos ojitos que me ha puesto! Últimamente los chicos con los que me cruzo se arriman a mí directamente como si esto fuera el mercado de carne al por mayor. Coger y trinchar. Ya está bien permanecer en este constante luto emocional que arrastro. Merezco darme una nueva oportunidad)

Bjork - Earth Intruders



¿Quieres bailar? (Esta es la cuarta a la que le entro esta noche, parece necesitada, con lo que no me resultará fácil terminar la noche con cierto éxito, además, parece de las que no espera que al día siguiente le llames por teléfono, es más, creo que que no es la clase de chica que da el verdadero número de teléfono, vamos a divertirnos por una noche)
¿Por qué no?

Artic Monkeys - Dancing Shoes (Rhythms del Mundo)