miércoles, 25 de febrero de 2009

Plugged in


PERSONALIDAD:


f. Conjunto de las características y diferencias individuales que distingue a una persona de otra.


En un episodio de la serie 3 Libras (serie que no sigo y ni conocía de su existencia hasta anoche), unos neurocirujanos “arreglaban” el cerebro de un hombre que padecía depresión desde hacía tres años. Insertándole unos cables y mediante corriente eléctrica controlada a través de un mando externo, podían regularle las emociones y los pensamientos.
No estoy muy puesta, por no decir que soy una absoluta desconocedora, en medicina pero diría que hoy por hoy esta sería una práctica inviable. Pura ciencia ficción. Creo entender que se avanza en la investigación para conocer el origen y la/las causas de múltiples enfermedades mentales que a día de hoy son difíciles de explicar e incurables. La depresión es una de estas enfermedades por las que se intenta encontrar soluciones más efectivas a las que por el momento disponemos. El sistema nervioso es complejo, existen determinados orígenes de esta enfermedad en los que las posibilidades de mejora son factibles, en algunos casos mediante terapia y/o administración de fármacos, como los reguladores de seretonina en caso de que el origen sea genético.
Más allá de la realidad científica de la que disponemos, de la cual tampoco soy la persona más indicada para desarrollar dicha materia, en el hipotético caso de que, lo que plantea el episodio pudiera llegar a suceder, una serie de cuestiones me acechan repentinamente:
¿Avanzaremos hasta tal punto en el que la personalidad se pueda escoger a la carta?¿Si esto fuera posible, quien se encuentra en pleno derecho para decidir esto?¿La persona directamente implicada?¿Debería regularse debido al mal uso que podría darse de esta práctica con las pertinentes consecuencias que podrían derivarse?¿Quien o qué organismo sería el encargado?¿Las autoridades?¿Un equipo profesional cualificado?¿Y en este caso, quien supervisa a los supervisores y así sucesivamente?¿Sería lícito cambiar aquello que no nos guste de nuestra forma de pensar o de nuestro comportamiento de la misma manera que lo es hoy en día poder decidir cambiar nuestro aspecto físico a través de la cirugía?¿Sólo podrían someterse a estas intervenciones exclusivamente las personas bajo prescripción médica o se podría acudir a centros de iniciativa privada para interferir en aquello en lo que cada cual no se encuentra a gusto de su forma de ser?¿Dada la posibilidad de efectuar este tipo de operación quirúrgica existiendo con ello la alteración mental, aunque sea en beneficio a uno mismo y/o al conjunto de la sociedad, no se, se me ocurre el revolucionario invento de poder acabar con la psicopatía, dejamos de ser “nosotros mismos”?¿Esto acuña la frase: El fin justifica los medios?¿Abarca una cuestión filosófica, ética, moral o científica exclusivamente o la suma de todos los factores?¿Que peligros aguarda semejante revolución? ¿Barajados los pros, estaríamos dispuestos a pagar el precio de los contras? Así de pronto me viene la imagen de un conjunto de seres clónicos en ideas y pensamientos, con idénticos gustos y con ello vestimentas, humanos más próximos al concepto de humanoides que a seres con identidades individualidades aunque con caractéristicas comunes como se da en la actualidad.
Es probable que el arte, entendido como hasta la fecha, dejase de existir, porque sin personas traumatizadas, atormentadas, dolidas, no habría la proliferación creativa tal y como la conocemos. Muchos de los grandes talentos y artistas de la historia contaban y cuentan con sus “disfunciones cerebrales” como impulsor para dar rienda suelta a la creatividad, siendo dueños a la vez de ese pesar de bendición y maldición al mismo tiempo. Hay quien afirma con rotundidad que el sufrimiento, la infelicidad, la pena y la desgracia generan las mejores manifestaciones artísticas. Que muchos genios en diferente areas, no sólo en el arte, lo eran o son a consecuencia de una irregularidad en su cerebro. Sí, la factibilidad de reparar “taras neuronales” fuera posible, implicaría la desaparición de estos brotes de genialidad de tal forma que dejarían de producirse infinidad de cosas maravillosas, las pérdidas serían atroces. Sería probable que la inmensa mayoría nos lanzásemos a la búsqueda del máximo exponente de felicidad a control remoto elevando o disminuyendo la carga eléctrica aplicada pero, la duda persiste en la teoría y yo me pregunto, ¿Todo se reduce a la conexión de una red neuronal?¿Todo en nosotros, comportamiento, pensamiento, emociones, gustos, se debe a reacciones químicas, físicas y/u orgánicas?¿Qué hay entonces de las teorías ambientales?¿Podría la conducta modificarse mediante un interruptor? Y lo que más me inquieta, ¿Para ser feliz debería renunciar a “ser yo” como hasta ese momento me he conocido y asumir que me gustasen los dibujos naif de tonos pastel o las películas con final feliz?
Por cierto, al final del capítulo, el paciente sufría una infección en el cerebro que les obligaba a retirar los cables con lo que volvían al punto de partida: Un hombre con una profunda depresión y una mujer y un hijo nuevamente tratados por su psicóloga para ayudarles a aceptar que su padre y esposo se iba a quedar en ese estado de forma permamente.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Un repaso a la actualidad

Pensaba escribir un post recogiendo las últimas noticias que corren por diversos medios, prensa, radio, televisión... Venían a mi cabeza Cacerías y Bermejos, demandas de división, Peluquerías regentadas por chinos (y chinas que aparte de un corte de pelo más o menos decente, te ofrecen otro tipo de servicio nada decentes probablemente sea ese el pretexto al que se acogen los responsables que han determinado el cierre de un montón de este tipo de locales en Barcelona). Supongo que el problema no es tan moral si no por una cuestión de pago del impuesto correspondiente según el tipo de actividad que se realiza cuando se solicita una licencia para abrir un establecimiento... Pero como con todo lo que contiene un verdadero trasfondo de interés a debate, con problemas que necesitan una auténtica solución y revisión de ciertas políticas, leyes... lo conveniente es quedarse en la superficie de lo anecdótico.
Huelgas de Jueces, Marta Del Castillo a todas horas con el correspondiente minuto a minuto referente a los avances en la búsqueda por su cuerpo, ahora que se conocen a sus verdugos y sacando a sus asesinos, e incluso excavando en el pasado de estos hasta llegar a sus compañeros de guardería si es preciso, explotando este tema impúdicamente en programas que se lucran brotando alrededor de algo tan doloroso, provocando el morbo y la alarma social, debatiendo la violencia creciente entre nuestros jóvenes. En contraposición, la denuncia del lamentable estado de diferentes centros de menores en los que los internos están sometidos a maltratos continuados y condiciones infrahumanas... Sinceramente, no se qué concluir con estos temas solapados uno tras otro... Mi mente es un hervidero de ideas que se agalopan sin darme tiempo a reflexionar.
Una idea que viene a mi cabeza es que hacerse sonar en los medios es un paso imprescindible y propulsor por el que hay que pasar (con las consecuencias que conlleva) para movilizar no sólo conciencias sociales, sino porque parece ser también un motor que genera la obligatoriedad de revisiones y cambios. Pero esto, muy lícito, puede hacerse bien y puede hacerse de la peor de las maneras, y creo que la mayoría de nuestros medios se están especializando en hacerlo de la peor de las maneras, porque el objetivo final no parece ser una mejora social, política, económica para el país y los ciudadanos, si no, un negocio en el que todo vale con tal de llenar los bolsillos propios, se utilizan los medios para lavar imágenes, para ganar audiencias, lectores, al precio que sea. El poder mediático es enorme y sabido por los invisibles hilos que los manejan, esto no es nada nuevo, no voy a pecar ahora de ingenua, simplemente manifiesto que es patético el mal uso de este, por que una cosa es el entretenimiento, si así son entendidos diversos medios y otra muy distinta la información, los problemas que afectan a la sociedad y el trato que se les da a estos. Y me quejo. Cómo no vamos a estar como estamos. Si esa ambición, esos valores los hemos mamado y los estamos inyectando a nuestros hijos. Quizás mi visión sea derrotista, desproporcionada catastrofista... pero es lo que percibo a mi alrededor.Y llego a sentir miedo. Miedo a salir a la calle, al futuro de mi hijo, al mío propio, termino por apagar la televisión y por coger el periódico por la sección de pasatiempos. Y no quisiera convertirme en un zombie que pase a engrosar la masa que termina convirtiéndose en parte del problema. Pero sinceramente, no se que más puedo hacer. Y luego, podemos seguir hablando de la crisis.

martes, 10 de febrero de 2009

La Influencia ( Pedro Aguilera, 2007)


La Influencia retrata la vida de tres personajes que configuran una familia, la madre y sus dos hijos, la mayor de unos 14 años y el menor de 5, centrándose en la figura materna y en como o de qué manera afectan sus acciones a la de sus hijos. La sinopsis se resumiría como la debacle de una mujer débil y claramente inmadura incapaz de afrontar los problemas que le van sucediendo (pérdida de su negocio, disminución de su estatus económico, ausencia total de vida social y de pareja...), sumiéndola en una depresión. A priori a uno se le quitan las ganas de presenciar esto, sus escasos 83 minutos de metraje lo hacen más soportable. Y no con ello digo que sea un film infumable, suporífero y asfixiante, pero seamos sinceros, no es un tema que agrade a todos los públicos.
Aplaudida en la quincena de realizadores de Cannes en el 2007, recibió el premio Age D’Or de Bruselas. No así ha sido tan beneplácita la critica en otros sectores. Quien la califica de insulsa, carente de argumento, tediosa, comparándola (y saliendo peor parada) con films como “El séptimo continente” de Haneke o “Dare mo shiranai” (Nobody Knows) del japonés Hirokazu Koreeda. Y es que se le pueden atribuir puntos para hacer de ella una crítica negativa, con lo que no vamos a endiosarla ni engrandecerla más de lo merecido, aunque particularmente considero que tiene buenos motivos para salir victoriosa frente a quienes puedan arremeter contra ella.
Es cierto que se le puede acusar de poco cinematográfica, pero, ¿Acaso esto es algo negativo si es la intención del director? Quienes pueden considerar que rezuma cierta impostura alegando que, hacer cine realista no implica filmar la realidad si no otorgar al conjunto de imágenes una visión verídica, cuando además, lo rodado es fruto de un guión inventado, no está basado en ninguna historia real.
En esta ocasión, Pedro Aguilera ha escogido expresamenente actores no profesionales, los cuales no habían participado con anterioridad en ningún otro film, y lo más probable es que no lo hagan en futuras películas, restando importancia a la dicción y actuación de estos con el pretexto de captar acciones reales ("La finalidad es conseguir más autenticidad, porque mi idea es que la persona sea el personaje. Si voy a contar la historia de un vagabundo, voy a intentar buscar a un vagabundo, o una persona que tenga de esencia una experiencia similar"[...] “ a mí los errores de dicción y actuación no me interesan, porque no busco una interpretación, sino un ser puro y natural que no tenga que interpretar porque si no, miente. Entiendo y respeto el trabajo de los actores, pero desde mi punto de vista es más interesante trabajar con gente de la calle que jamás va a hacer otra película") y visto el resultado, creo que es una opción incorrecta. Aún así, cabe destacar la actuación de Paloma Morales, de quien he leído por ahí críticas a su inexpresividad, de lo que estoy totalmente en desacuerdo ya que, aunque el personaje tampoco es que sea muy agradecido, desarrollar la personalidad de una mujer que vive en la inercia, la cual ha perdido todas las ilusiones, que baja la mirada o la mantiene perdida cada vez que se le piden explicaciones, la que, vaga por esta vida estando ya realmente muerta interiormente, no es algo sencillo de encarar y ella lo hace. Así como los niños, los propios en la vida real de la actriz, que, para no ser profesionales hacen un muy buen papel. Me chirría más el encuentro con un (el) cliente de la tienda o el abogado a las puertas de esta.
El escaso diálogo no implica la falta de discurso, lo que sucede es que mediante una serie de retratos cotidianos utilizando mucha cámara fija, planos estáticos y prolongados (esto lo he aprendido de mi pareja, el cual con su experiencia y conocimientos me aporta una visión más amplia de las películas que veo para atribuir a mis comentarios aspectos más técnicos, más allá de mi percepción emocional) construyendo lo que al espectador quiere transmitir. No pretende incidir en los problemas sociales ni políticos en general, si no hacer hincapié en los conflictos individuales del personaje ("Inevitablemente, hay una lectura de cine social. Y sabía desde el principio, desde que estaba escribiendo el guión, que había esa lectura, pero a mí el cine social no me interesa. No me interesa denunciar problemas sociales. Siempre hay un contexto colectivo en cada personaje, pero no era el fin último de la película, sino la historia individual" [...]"habla de problemas espirituales, existenciales, de los conflictos del ser humano no exactamente con su entorno, ni con la realidad política o social, sino consigo mismo".) Y en mi opiníón lo logra con creces, porque consigue ubicarte en el universo particular de la protagonista. Como en esa escena que al salir de la ducha, mientras se seca y se observa frente al espejo cierra los ojos de su fatigado rostro e imaginas que siente, piensa y desea que al abrirlos todo cuanto es y ve haya desaparecido para, al abrirlos de nuevo, constatar que todo sigue ahí. Y así lo consigue, gracias a las escenas previas, muy descriptivas visualmente.

Destaco que desde un principio sitúe la acción en un momento determinado de la historia que nos es narrada sin aclarar partes del pasado de la vida de la protagonista. Y lo termine de esa manera tan precipitada para algunos y magistral en mi opinión, de la cual alargarlo un poco más sería caer en obviedades, entonces sí entraríamos en la mecánica y funcionamiento del sistema social, de lo que el propio director ya ha manifestado no tener interés. Comprendo su ritmo lento, pausado, llegando a exarcebar al más paciente de los espectadores, que deba tomar ese cariz, tal vez porque entienda perfectamente, por una cuestión de empatía con el personaje que, la vida que nos describe es así. Agotadora, pesada, cansina, repetitiva y poco frenética en la indóle emocional, es plana y esa forma colmada de lentitud de plasmarla la define con exactitud. Puedes sentirla, y es, verdaderamente angustioso.
Sin ánimo de destripar, me abstengo de hacer un comentario más profundo añadiendo un análisis propio perceptivo, pero que con gusto seguiría desde los coments si a alguien que la haya visto le apetece abrir el debate.

Mi recomendación para quienes disfrutan del cine de Rafa Cortés o Jaime Rosales, gusta de propuestas alternativas, desvinculadas del cine comercial/convencional y para aquellos que quieran tener otra visión más esperanzadora en el cine español, el que está al margen de subvenciones, para quienes creen que son estás películas las que deberían obtener facilidades para su distribución; porque mientras el público no reclame con más enfásis el derecho a ver proyectados este tipo de films en salas, seguirán pasando desapercibidas. ("Tiene su público y es lo que intento encontrar: su público. Hay gente que quiere acceder a este tipo de cine y espero que esas cuatro o cinco personas puedan verlo -ironizó-. Obviamente, no está planteada para las grandes masas".)
Una demostración de que se puede hacer una buena película con un bajo presupuesto (200.000 euros) y un equipo técnico compuesto por cuatro personas.

Manténgase alejados quienes busquen acción trepidante, y divertimento para evadirse de sus problemas.

Como inciso final, diré que, el propio director confiesa que se trata de una película optimista. ("Es la pregunta que quiero hacerle al público, si ve la película optimista o pesimista. El final es una especie de salida a los problemas; uno tiene que renunciar a una parte de sí mismo para sobrevivir. Para mí el final es positivo, aunque entiendo que el espectador piense que es negativo porque se fije en otras cosas”.) Y con esa idea me quedo yo, para extraer de ella lo mejor que me puede aportar.


El Texto entre paréntesis y cursiva son palabras del director ofrecidas a una entrevista a Noticias de Gipuzkoa. Artículo integro en el enlace.

Para más información Aquí.

domingo, 8 de febrero de 2009

Canalización anímica

Se detiene a contemplar
una araña recorriendo la pared.
Luego anda hasta la terraza para fumar,
un cigarrillo en soledad,
ante la mirada devuelta de la inmensidad del cielo,
mientras las nubes lo cubren impidiendo
a la luna brillar con todo su esplendor.
Pero lejos de entristecerse
se sume en un profundo ensimismamiento
observando las formas
que dibujan los destellos de su luz.
Y ahora se deja entrever,
y ahora vuelve a desaparecer.
Hace frío en el exterior, pero
tampoco va a encontrar dentro calor.
Sin esperar nada para mañana,
menos para hoy.
El tren que no llega,
que no llega,
lo que no sabe es que hace tiempo descarriló.
Y desespera en la espera,
sin fuerzas ni para matar el aburrimiento,
lamenta la pérdida de la esperannnnnnnnnnzás!
Todo acaba por terminar.






PD: Te Quiero.