martes, 26 de enero de 2010

Feliz No_cumpleaños



No nos defraudemos.
Sólo algo es basura si se considera que es un desperdicio.

martes, 12 de enero de 2010

7

Esta mañana mientras me duchaba pensaba en mi inclinación al masoquismo. Me explico. Mi ducha tiene la inoportuna cualidad de cambiar la temperatura del agua en el momento más inapropiado sin que uno toque absolutamente nada. Pasa del frío al calor y viceversa, provocando sobresaltos y quemazones depende cual sea la situación... No obstante, tampoco es preciso hacer un drama de ello, ehem... Y con unos segundo de paciencia vuelve a recuperar la temperatura a la que la habíamos dejado. Será la presión de la caldera, bla, bla... da lo mismo cual sea el motivo, soy inquilina y no voy a mover un dedo por tratar de solucionarlo. El caso es que esta mañana estaba pasando del calor al frío, concretamente al gélido chorro de una mañana de enero que ha amanecido congelada, podía apartarme ligeramente de la dirección del agua, evitando que esta perforara literalmente mi piel como cuchillos, pero enseguida ha empezado a calentarse progresivamente hasta alcanzar los grados deseados. En ese momento he sentido un profundo placer (no tanto como con determinado champú que anuncian por tv, pero si un auténtico gusto) Quiero aclarar que no debo ser tan masoquista cuando, el placer me lo provoca el volver a un estado cómodo y no el dolor o el malestar... aunque no deja de ser algo patológico no evitar cierto sufrimiento a sabiendas que no tardará demasiado en llegar el bienestar posterior.
Y es que siempre lo he argumentado: Las cosas no se aprecian con tanta intensidad si no se han carecido previamente o se han tenido que conseguir con un mínimo esfuerzo.

Y hago esta introducción para llegar al tema que me trae hoy aquí: 3’15 ha cumplido 7 años. Es árduo el camino, pesada la responsabilidad, difícil en determinados momentos, vertiginosa la sensación de inseguridad por un futuro incierto, temible por los problemas que inevitablemente irán sucediéndose... Extenuante no acabar de detenerse al final de la jornada que ya empieza la siguiente... Y aun así, a pesar de todo dolor y sufrimiento, la sensación que queda al final es plenamente satisfactoria.

Hoy ver sonreir, reir, divertirse... en definitiva: feliz, a mi hijo, me ha proporcionado todo cuanto quiero en la vida. y no con menos orgullo el saberme partícipe de que haya sido así al contribuir con cuanto he podido: ilusión, entusiasmo, un poco de organización y trabajo y lo imprescindible, afecto, afecto y afecto.