sábado, 28 de junio de 2008
miércoles, 18 de junio de 2008
La Ciénaga
Varias son las críticas que he leído tras el visionado de La Ciénaga, de Lucrecia Martel. Y opuestas sus opiniones. O bien la ensalzan como una magistral ópera prima de esta directora argentina, o bien, muestran estupefactos su rechazo y enfado por el sentimiento de tomadura de pelo, al no explicar nada, o nada interesante que haya por contar. Entre las filas de los decepcionados, se ha alzado, como estandarte, la acusación de presentar una narrativa pobre, con un exceso de planos prolongados; personalmente, este film me parece una delicia de contemplar, tanto a nivel visual como argumental.
La asfixiante atmósfera que consigue capturar a través de las imágenes, los diálogos y la interpretación es excelente, sobretodo por todo aquello que no se dice, por lo que se insinua con gestos, miradas y detalles. Las pinceladas, que los detractores han señalado como personajes poco definidos, permiten al espectador construir mentalmente cada una de las historias que nos muestra sin necesidad de un guión encartonado. Artficiosidad para unos, sutilezas para otros: La constante lluvia que amenaza en embarronar todo el paisaje inundando sus existencias sinsentido, los animales filmados, evidentes símbolos en cada una de sus apariciones: la vaca atrapada en el río, el conejo sobre la encimera, los perros sueltos y el ladrido del de los vecinos de Tali, que tanto asusta al pequeño Lucho, los peces que han pescado... Son elementos metafóricos que describen y acompañan a los personajes. También están las constantes alusiones a las heridas: las cicatrices de Mecha, el ojo ausente de uno de sus hijos, la cara magullada que le queda a Jose, el hijo mayor de los anfitriones, el corte de Luche en la pierna y su diente de más que le ha salido... Nada funciona correctamente en esta casa, se empeña en mascullar una de las protagonistas, y bajo esa perspectiva, difícilmente pueda hallar una solución a semejante desastre.
Pese a no haber una sóla escena de sexo, hay una elevada pulsión sexual, más allá de los límites convencionales, sin un sello con hechos que lo constanten. Eso me ha parecido entrever a mí, y diversas críticas que posteriormente he consultado han confirmado mis impresiones.
A lo largo de la película, se sostiene una gran tensión de que algo grave está por suceder, pero de todo lo que el espectador teme pueda ocurrir, nada sucede, más lo inesperado hace acto de presencia, cuando se pretendía evitar una desgracia mayor.
Me quedo pensando sobre el comentario que Tali hace al final del trailer.
Hay que hablar porque si no después es peor, las historias se repiten.
martes, 17 de junio de 2008
Aquellos eternos veranos
Las tardes de verano de mi infancia-adolescencia se caracterizaban por contemplar el proceso de descomposición de los restos de sandía en los platos todavía por recoger de la mesa, en los que las semillas terminaban por secarse bajo el sol, y los ronquidos de fondo de mi tío tumbado en el sofá, apropiándose del único ventilador del apartamento encarado justo frente a sus pies, mientras en el televisor no podía verse otra cosa que no fuera la vuelta ciclista. Como mi madre y mi tía sentían una auténtica aprensión ante la posibilidad de bajarnos a la playa en pleno proceso de la digestión, teníamos que formar guardia en casa por lo menos durante las dos horas siguientes a la comida, sumando a ello los peligros por sufrir una insolación si pisábamos la arena antes de las 4 de la tarde, no nos quedaba otra que pasar un par de horas larguísimas en el balcón jugando a las cartas, con el toldo echado, no fuésemos a derretirnos bajo el sol.
Recuerdo el olor a sardinas a la brasa en las noches de verano y el pollo a l’ast de los domingos, día en que mi madre se ahorraba cocinar, pero no quedaba libre de quitar la mesa, lavar los platos, hacer las camas, barrer y fregar. Aunque astutamente compartía esas tareas delegándonos a mí y mi prima parte de las consabidas labores domésticas, olvidándose deliberadamente de mi hermano y mis primos (todos varones), que se agenciaban las bicicletas dejándonos a nosotras el delantal colgado en la manilla de la puerta de nuestra habitación. Corríamos en protección de nuestras progenitoras, pero nos topábamos ante un muro de impotencia al recibir como único gesto de consuelo un resignado encoger de hombros por parte de estas.
Yo no se si los tiempos han cambiado para mejor o peor. Si los veranos siguen siendo esa época tan esperada en la que el tiempo parece detenerse y en tres meses de estío se sucede una vida entera. La gente ya no veranea en el mismo lugar año tras año, o puede que algunos sí lo hagan todavía, y cambian el frigodedo por el calipo, los garitos y chiringuitos con música pachanguera son sustituidos por discotecas, los cuadernos santillana y los remordimientos la última semana antes de volver al cole por no haber abierto ninguno. Ya no se si los amigos del instituto son echados de menos por su ausencia con el messenger al alcance todos los días del año. Lo que no se es si, en el fondo, no añoro tanto el hecho de que todas esas cosas hayan ido cambiando como que esos veranos ya no se repetirán más.
Recuerdo el olor a sardinas a la brasa en las noches de verano y el pollo a l’ast de los domingos, día en que mi madre se ahorraba cocinar, pero no quedaba libre de quitar la mesa, lavar los platos, hacer las camas, barrer y fregar. Aunque astutamente compartía esas tareas delegándonos a mí y mi prima parte de las consabidas labores domésticas, olvidándose deliberadamente de mi hermano y mis primos (todos varones), que se agenciaban las bicicletas dejándonos a nosotras el delantal colgado en la manilla de la puerta de nuestra habitación. Corríamos en protección de nuestras progenitoras, pero nos topábamos ante un muro de impotencia al recibir como único gesto de consuelo un resignado encoger de hombros por parte de estas.
Yo no se si los tiempos han cambiado para mejor o peor. Si los veranos siguen siendo esa época tan esperada en la que el tiempo parece detenerse y en tres meses de estío se sucede una vida entera. La gente ya no veranea en el mismo lugar año tras año, o puede que algunos sí lo hagan todavía, y cambian el frigodedo por el calipo, los garitos y chiringuitos con música pachanguera son sustituidos por discotecas, los cuadernos santillana y los remordimientos la última semana antes de volver al cole por no haber abierto ninguno. Ya no se si los amigos del instituto son echados de menos por su ausencia con el messenger al alcance todos los días del año. Lo que no se es si, en el fondo, no añoro tanto el hecho de que todas esas cosas hayan ido cambiando como que esos veranos ya no se repetirán más.
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lunes, 9 de junio de 2008
(Anti)Faz - La misma película distinta banda sonora
¿Quieres bailar?
¿Por qué no?
Mohammad Rafi - Jan Pehechaan Ho
¿Quieres bailar?
¿Por qué no? (hace tiempo que nadie me lo pedía de una manera tan tierna. ¡ Menudos ojitos que me ha puesto! Últimamente los chicos con los que me cruzo se arriman a mí directamente como si esto fuera el mercado de carne al por mayor. Coger y trinchar. Ya está bien permanecer en este constante luto emocional que arrastro. Merezco darme una nueva oportunidad)
Bjork - Earth Intruders
¿Quieres bailar? (Esta es la cuarta a la que le entro esta noche, parece necesitada, con lo que no me resultará fácil terminar la noche con cierto éxito, además, parece de las que no espera que al día siguiente le llames por teléfono, es más, creo que que no es la clase de chica que da el verdadero número de teléfono, vamos a divertirnos por una noche)
¿Por qué no?
Artic Monkeys - Dancing Shoes (Rhythms del Mundo)
¿Por qué no?
Mohammad Rafi - Jan Pehechaan Ho
¿Quieres bailar?
¿Por qué no? (hace tiempo que nadie me lo pedía de una manera tan tierna. ¡ Menudos ojitos que me ha puesto! Últimamente los chicos con los que me cruzo se arriman a mí directamente como si esto fuera el mercado de carne al por mayor. Coger y trinchar. Ya está bien permanecer en este constante luto emocional que arrastro. Merezco darme una nueva oportunidad)
Bjork - Earth Intruders
¿Quieres bailar? (Esta es la cuarta a la que le entro esta noche, parece necesitada, con lo que no me resultará fácil terminar la noche con cierto éxito, además, parece de las que no espera que al día siguiente le llames por teléfono, es más, creo que que no es la clase de chica que da el verdadero número de teléfono, vamos a divertirnos por una noche)
¿Por qué no?
Artic Monkeys - Dancing Shoes (Rhythms del Mundo)
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