sábado, 13 de julio de 2013

San Fermín 2013 -La Polémica-


En los últimos días se ha desatado una polémica en los medios en referencia al sexismo (o no) durante la fiesta de San Fermín.
Adjunto enlace con la noticia (en realidad se trata de un artículo de opinión) que ha desencadenado el debate.
 http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2013/07/11/san-fermin-sexista.html
 
Y la polémica está servida, y a mí me aburre soberanamente entrar en este absurdo juicio en el que todas las partes creen disputarse la razón, cuando en realidad creo que, en parte todos la tienen, pero nadie completamente. ¿Y por qué sentencio esto? Pues es muy sencillo, debemos barajar los valores, las experiencias, el comportamiento de cada persona que da su opinión y aceptar como válidas y certeras partes de sus justificaciones. Aunque la base debería centrarse en la afirmación absoluta que una justificación no exime de responsabilidad.

Estaremos de acuerdo en que durante las fiestas se crean celebraciones que forman parte de una arraigada tradición, en ocasiones brutas e incomprensibles en otros contextos. Siendo así, que una muchacha suba en hombros de un chico y por decisión propia decida desprenderse de su ropa dejando sus senos al descubierto podría interpretarse como algo tradicional y festivo, y no por ello, los varones congregados a su alrededor deben tomarse la gratuita licencia de magrear y sobar hasta la saciedad a esa mujer. ¿Cierto? También es posible pensar que, la tradición, más allá de quitarse las prendas de vestir, incluya también toqueteos y roces por parte de los asistentes. Dato necesario conocer con exactitud para no caer en la polémica de la cual hoy estamos hablando. Ergo, si se abre el debate es porque no todas las partes implicadas tienen bien entendidos los límites de esos actos.

Lo que quiero destacar es que desprecio cualquier persona que de antemano argumente que cualquier chica que exponga sus pechos ante un elevado número de varones embravecidos por el jolgorio que propicia el alcohol y las ganas de fiesta se lo ha buscado (eso de que cualquier individuo tenga ya el derecho de meterle mano) por propiciar una provocación. Parece que a muchos se les ha olvidado, o directamente no han sido educados en aquello tan sabido de: Niño, eso no se toca, antes debes pedir permiso. Por otra parte, es obvio que si la persona que expone su cuerpo a la multitud acepta los manoseos etc, ahí no hay nada que rascar (pero parece que sí hay bastante que frotar). De ser así, las mentes más escandalizadas podrán exponer otro tipo de argumentos en pro el decoro y la moral, o la ética, pero no acuñar la bandera del sexismo ni acoso sexual si la presunta víctima está encantada y disfruta de su cuerpo libremente. No debería hablarse de acoso sexual a la ligera, pues una persona hostigada por ese erróneo concepto de la frontera entre lo permisivo y lo prohibido en el terreno sexual podría sentirse menospreciada si su desagradable vivencia la mezclan en el mismo saco de otras en las que no ha existido tal delito y mucho menos que se deba minimizar la importancia de este si a una mujer la magrean sin consentimiento, sea en mitad de las fiestas en una plaza, la playa, una discoteca o en un convento, independientemente de sus vestimentas o ausencia de estas, ni de su actitud, pues como comento, el autocontrol reside en cada uno, y por primarios que sean los instintos de un hombre, el raciocinio debería primar por eso de ser condición del ser humano.

Y añado mi opinión personal: Siendo un espacio público y una festividad para toda la ciudadanía, por más consentimiento de ambas partes que exista , no apruebo la "tradición" de despelotarse y ser magreado, sean mujeres u hombres el objeto de tocamiento. Además de haber lugares más adecuados para ejercer libremente cualquier acto con connotaciones sexuales, en las que cada cual puede dar rienda suelta y cabida a sus fantasías.

martes, 23 de abril de 2013

St Jordi 2013

Alguien ha tenido la agradable ocurrencia de inundar la ciudad con poemas, canciones y frases para el día de St Jordi. Por las paredes, bancos, farolas papeleras de las calles del centro de la ciudad podías contemplar multitud de papeles de colores impresos con letras. Una maravilla. Que mejor manera que celebrar la diada del libro que leyendo.
Los textos: desde aforismos, poemas, prosa, letras de canciones y lo que me ha sorprendido gratamente es que tanto podías encontrarlos en catalán como en castellano.

Hoy no he podido regalarle un libro a mi hijo como marca la tradición. Pero nos hemos regalado un paseo buscando uno y otro papelito de color.
Él si me ha regalado una rosa fantástica, hecha por él, que pasará a la colección de rosas inmarchitables que guardo en el pasillo de casa de otros años, y la huelo, desprende el más maravilloso de los aromas, el del amor.


Me quedo con esta frase de Antoine de Saint-Exupery, que estaba entre las letras que hoy nos han regalado:
 Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar en la misma dirección.

miércoles, 10 de abril de 2013

Seres Invisibles I, Los Viejos.


Olvidamos la sexualidad de los ancianos. Olvidamos su pudor. Olvidamos que sintieron el amor mucho antes que cualquiera de nosotros, aquellos más jóvenes que ellos. Olvidamos que fueron fuertes, trabajaron como el que más. O no. Olvidamos que sufrieron. Olvidamos que rieron. Olvidamos que fueron jóvenes. Y olvidamos que si no morimos antes, llegaremos a su edad y entonces seremos nosotros los olvidados. Por aquellos que ahora criamos, incluso por los que están por llegar.

Basta con cerrar los ojos e imaginar, o mejor dicho, recordar, nuestros años felices. ¿A los siete? ¿A los quince? ¿A los veinte tres? ¿A los cuarenta? ¿A los sesenta y seis? No importa cuando sucedieron. Simplemente permaneced en esa época durante unos minutos. Las personas mayores también lo vivieron. Y mientras sigan con vida lo seguirán viviendo. Esto, que parece una obviedad, lo olvidamos con frecuencia.

La dignidad y el respeto no deben ganarse, como tantas veces he oído decir, debe preservarse. Nadie puede otorgarte y mucho menos desposeerte de aquello inherente en ti.




A menudo se echa en cara a la juventud,
el creer que el mundo comienza con ella.
De jóvenes nos las arreglamos para gustar,
en cambio los viejos, para no molestar.
Los pecados del joven
se pagan en la vejez,
Y los viejos desconfían de los demás.
Los viejos se consuelan dando muchos buenos consejos,
porque no pueden dar ningún mal ejemplo.
Nada envejece más que pensar que nos hacemos viejos,
Los abuelos son los ángeles de los nietos.

Cada niño que viene al mundo es mejor que el anterior,
Lo sabio el mayor, es mentira.
Y el fuego de la leña proporciona mucha más calor,
feliz aquel que supo madurar en día.
Porque pondrá Dios, al principio lo mejor de la vida.
El juicio del torpe es mucho más veraz.
A los veinte años siempre gana la voluntad,
el caminar del pavo real.
Luego ya (…) edad para la vejez,
la vejez empieza cuando empiezan los viejos.
Un viejo es un viejo cuando hace cosas de viejo,
incluso un niño joven puede ser viejo.
Nada envejece más, que pensar que nos hacemos viejos,
los abuelos son los ángeles de los nietos.
Un viejo es un viejo cuando hace cosas de viejo,
incluso un niño puede ser viejo.
El anciano siempre mira como comen los demás,
incluso un niño puede ser viejo. 



(11/04/2013) 
Debería actualizar el blog, justamente hoy, el día después de publicar esta entrada los ancianos han decidido rebelarse en masa y hacerse visibles.


09:40h parada del bus. Un octogenario me "asalta" con conversación (en realidad era una disertación sobre la situación económica actual y lo mal que están las cosas, y el Andarín de rositas...y que pasó más hambre que un perro en su infancia y un guardia civil le rajó una oreja a los nueve años por coger unos boniatos de un campo para poder comer su familia, y...) Y no podía pararle, le he dejado conversar y él lo ha agradecido.

10h Llego a la resi a visitar a mi madre, espero en la sala a que terminen de ayudarla a vestir, las curas pertinentes, etc… y establezco una charla con un agradable señor de la misma planta que vive mi madre. Me hace una pequeña recomendación de cómo sacarme unos dinerillos extras, ni más ni menos que pasarme por el puerto de BCN y comprar algo de droga para luego venderla por aquí, que esto a fin de cuentas es un pueblo grande y no se enteran de nada, me dice. Interesante, pero a mí me pillarían antes de sacar el monedero en la primera transacción.

10:30h bajamos a la sala de estar. Mi madre y yo. Disponemos de una hora y media antes de acompañarla a la sala de fisio para sus ejercicios diarios. Bien. Unas partiditas al domino nos entretienen, nos divertimos, ejercitamos también un poco la mente y pasamos el rato. Tengo una urgencia y voy al baño. Cuando estoy lavándome las manos, repaso un poco mi pelo. La última vez, ya me preguntó cuánto hacía que me lo había lavado, yo dije: ayer. Respuesta de ella: Pues cualquiera diría que hace una semana. Así que hoy, la visita tocaba con el cabello recién lavado. Entra una señora, que venía ella precisamente de la pelu (en el centro disponen de ese servicio entre otros) y me espeta: Estás muy guapa, que sí... y yo: No, si eso me importa poco, pero si no me arreglo bien el pelo tengo planchazo de mi madre. Regreso a la mesa. El juego está dispuesto, la señora aparece y se apunta a la partida. (Yo sé que a mi madre le gusta que juguemos solas, porque espera tener toda mi atención centrada en ella, comprensible, pero no podía rechazar a aquella mujer que también se la veía con ganas (necesidad) de compañía. ¡Nos ha fundido! Salvo la primera mano, el resto se las ha llevado ella. Suerte que no apostábamos dinero. Entre domino y domino, le ha dado tiempo de explicar, entre otras cosas, que lleva siete años viuda, su marido, jugador de fútbol, tenía la ilusión de ir al Camp Nou para verlo, su hijo le acompañó. No llegó a verlo. Entraron en un restaurante antes a comer algo y quedó muerto en la silla.
Otro residente, aficionado a colorear dibujos. Sí, así tal cual, al parecer cuando te haces mayor vuelves a las actividades de cuando eras crío y empezabas a escribir, a pintar… vuelves a las manualidades con barro y a pintar con ceras. Pues este señor pasa por nuestro lado y se planta junto a mí, me da dos folios con unas impresiones pintadas por él. ¿Te gustan? Pregunta. Sí, muy chulas. Contesto yo. Pues para ti. Te lo regalo. Muchas gracias.
Luego queda la historia de Fermín (no se llama así, pero vamos a mantener el anonimato bajo un pseudónimo), que al parecer, una nueva le ha dejado salir de la planta sin saber que no tiene permiso. Y se ha hecho, con su hazaña, muy visible para todos, pues se han puesto como locos a buscar por todo el centro. Yo creo que se ha vuelto invisible.
 

domingo, 24 de marzo de 2013

Poetry




Yang Mija, la protagonista de Poetry, no deja de preguntar cómo escribir poesía o cuando le va a llegar la inspiración.
Hace tiempo que yo no me hago esas preguntas, antes lo hacía, aunque con la prosa, no soy muy dada a lo poético, al menos no en cuanto a la forma. Día a día, creo que existen infinidad de momentos líricos que somos capaces de captar aunque probablemente no de expresar. Los hay que dirían que incluso en la taza del wáter podemos encontrar poesía. Lo cual, con casi absoluta seguridad, carezca de interés. Eso lo dejamos para artistas postmodernos con ínfulas de exponer en cualquier museo de arte contemporáneo (aunque de innovador tiene poco ya, pues es un recurso manido más viejo que el cagar, nunca mejor dicho).
 El caso es que, tras ver esta joya imprescindible para los amantes del cine, así como no hay que perderse Oasis, otra piedra preciosa del coreano Lee Chang Dong, me removió recuerdos que llevan tiempo rebotando en mi cabeza. En realidad, esos recuerdos son sensaciones, como pequeñas descargas emocionales de mi memoria que al estallar se hacen presentes en mi mente y me evocan e incluso me transportan a otro lugar. Tal es la intensidad que casi puedo sentir el calor del sol sobre la piel desnuda de mi brazo en una tarde de verano junto a la ventana de mi habitación en casa de mis padres, a pesar de estar a finales de invierno, a oscuras, en la cama de mi dormitorio actual tan lejos de aquel espacio que fue y ya no es. Y sé que no puedo volver a ese sitio. Evidentemente no podemos retroceder en el tiempo, y tampoco tengo la opción de regresar al hogar en el que crecí y oler los muebles, pisar el suelo y recorrer el pasillo de nuevo porque ya nada de todo eso existe. Y me entristece. “Los recuerdos son como las monedas en la bolsa del diablo, cuando la abres solo quedan hojas muertas”, decía Sartre en La Náusea. Yo no acostumbro abrir la bolsa a conciencia, más bien se suele escapar alguna que otra moneda y corre sin control por el piso hasta tropezarse por el camino contra otro objeto y, tambaleándose sonoramente, el tintinear de sus cantos en la baldosa, me revela la fuga y contemplo como, en ocasiones cae mostrando la cara y en otras, muestra la cruz.

Yo no quiero volver a tener 20 años, ni quince ni ocho, ni siquiera anhelo regresar al vientre materno. Yo quiero disfrutar de mi presente, en el momento en que escribo esto, mis 38 años cerca de ser caducos. Y respirar la vida. Menuda tontería. Respirar la vida. Más bien lo que pretendo es consumirla, exprimirla, sin dejar nada en el tarro, sin desperdiciar un segundo de lo que me quede de ella. No obstante, con demasía frecuencia, me asaltan ráfagas de recuerdos de situaciones, sensaciones, emociones del pasado. La repetida idea en los últimos días de tener una especie de compromiso o responsabilidad hacia mí misma de rememorar me hace dudar sobre si debería llevar a cabo el ejercicio de manera reflexiva y con profundidad o dejarlo pasar. A fin de cuentas, forma parte del traje que vestimos a diario.

Y todo por esa escena en la que una serie de personajes explican en un primer plano su recuerdo de mayor felicidad.
Hay películas con una poderosa carga dramática, y que no debería considerarse adecuado definir como bellas, hermosas... Y sin embargo lo son. Tal vez por la harmónica estructura, la sutileza de sus planos, el ritmo de la narrativa, la imperiosa fuerza de sus interpretaciones… La combinación de todos esos elementos que perpetran en ti unas convulsiones internas a tus sentidos que te despiertan de golpe para tomar conciencia de que estás vivo.



 "Canción de Agnes", de Yang Mija. 

Mamá... 

¿Cómo es allí? 
¿Cómo de solitario, brilla rojo el atardecer? 
¿Cantan los pájaros, cómo cantan en el bosque?
¿Puede llegarte la carta que no me atreví a enviarte? 
¿Puedo hacerte llegar la confesión que no me atrevía a hacer? 
¿Pasará el tiempo y se marchitarán las rosas? 
¿Es tiempo ahora de decir adiós? 

Como el viento que perdura y después se va, como las sombras. 
Por las promesas que no llegaron, 
por el amor sellado hasta el final, 
por la hierba que besa mis tobillos cansados 
y por los pasos menudos que me siguen, 
es hora de decir adiós. 

Ahora, cuando cae la oscuridad 
¿se encenderá de nuevo una vela? 
Aquí rezo... nadie debería llorar... 
y para que sepas qué profundamente te amé. 
La larga espera en medio de un cálido día de verano. 
Una vieja senda parecida al rostro de mi padre. 
Incluso la solitaria flor salvaje apartando la vista con timidez. 
Qué profundamente te amé. 
Cómo se agitaba mi corazón al escuchar tu vaga canción 

Te bendigo antes de cruzar el río negro con el último aliento de mi alma. 
Estoy empezando a soñar una brillante mañana soleada. 
Me despierto de nuevo cegada por la luz 
y te encuentro apoyándome.