Alguien ha tenido la agradable ocurrencia de inundar la ciudad con poemas, canciones y frases para el día de St Jordi. Por las paredes, bancos, farolas papeleras de las calles del centro de la ciudad podías contemplar multitud de papeles de colores impresos con letras. Una maravilla. Que mejor manera que celebrar la diada del libro que leyendo.
Los textos: desde aforismos, poemas, prosa, letras de canciones y lo que me ha sorprendido gratamente es que tanto podías encontrarlos en catalán como en castellano.
Hoy no he podido regalarle un libro a mi hijo como marca la tradición. Pero nos hemos regalado un paseo buscando uno y otro papelito de color.
Él si me ha regalado una rosa fantástica, hecha por él, que pasará a la colección de rosas inmarchitables que guardo en el pasillo de casa de otros años, y la huelo, desprende el más maravilloso de los aromas, el del amor.
Me quedo con esta frase de Antoine de Saint-Exupery, que estaba entre
las letras que hoy nos han regalado:
Amar no es mirarse el uno al otro;
es mirar en la misma dirección.
Olvidamos la sexualidad de los ancianos. Olvidamos su pudor.
Olvidamos que sintieron el amor mucho antes que cualquiera de nosotros,
aquellos más jóvenes que ellos. Olvidamos que fueron fuertes, trabajaron como
el que más. O no. Olvidamos que sufrieron. Olvidamos que rieron. Olvidamos que
fueron jóvenes. Y olvidamos que si no morimos antes,
llegaremos a su edad y entonces seremos nosotros los olvidados. Por aquellos
que ahora criamos, incluso por los que están por llegar.
Basta con cerrar los ojos e imaginar, o mejor dicho,
recordar, nuestros años felices. ¿A los siete? ¿A los quince? ¿A los veinte
tres? ¿A los cuarenta? ¿A los sesenta y seis? No importa cuando sucedieron.
Simplemente permaneced en esa época durante unos minutos. Las personas mayores
también lo vivieron. Y mientras sigan con vida lo seguirán viviendo. Esto, que parece una obviedad, lo olvidamos con frecuencia.
La dignidad y el respeto no deben ganarse, como tantas
veces he oído decir, debe preservarse. Nadie puede otorgarte y mucho menos
desposeerte de aquello inherente en ti.
A menudo se echa en cara a la juventud, el creer que el mundo comienza con ella. De jóvenes nos las arreglamos para gustar, en cambio los viejos, para no molestar. Los pecados del joven se pagan en la vejez, Y los viejos desconfían de los demás. Los viejos se consuelan dando muchos buenos consejos, porque no pueden dar ningún mal ejemplo. Nada envejece más que pensar que nos hacemos viejos, Los abuelos son los ángeles de los nietos. Cada niño que viene al mundo es mejor que el anterior, Lo sabio el mayor, es mentira. Y el fuego de la leña proporciona mucha más calor, feliz aquel que supo madurar en día. Porque pondrá Dios, al principio lo mejor de la vida. El juicio del torpe es mucho más veraz. A los veinte años siempre gana la voluntad, el caminar del pavo real. Luego ya (…) edad para la vejez, la vejez empieza cuando empiezan los viejos. Un viejo es un viejo cuando hace cosas de viejo, incluso un niño joven puede ser viejo. Nada envejece más, que pensar que nos hacemos viejos, los abuelos son los ángeles de los nietos. Un viejo es un viejo cuando hace cosas de viejo, incluso un niño puede ser viejo. El anciano siempre mira como comen los demás, incluso un niño puede ser viejo.
(11/04/2013)
Debería actualizar el blog, justamente hoy, el día después
de publicar esta entrada los ancianos han decidido rebelarse en masa y hacerse
visibles.
09:40h parada del bus. Un octogenario me "asalta"
con conversación (en realidad era una disertación sobre la situación económica
actual y lo mal que están las cosas, y el Andarín de rositas...y que pasó más
hambre que un perro en su infancia y un guardia civil le rajó una oreja a los
nueve años por coger unos boniatos de un campo para poder comer su familia,
y...) Y no podía pararle, le he dejado conversar y él lo ha agradecido.
10h Llego a la resi a visitar a mi madre, espero en la sala
a que terminen de ayudarla a vestir, las curas pertinentes, etc… y establezco
una charla con un agradable señor de la misma planta que vive mi madre. Me hace
una pequeña recomendación de cómo sacarme unos dinerillos extras, ni más ni
menos que pasarme por el puerto de BCN y comprar algo de droga para luego
venderla por aquí, que esto a fin de cuentas es un pueblo grande y no se
enteran de nada, me dice. Interesante, pero a mí me pillarían antes de sacar el
monedero en la primera transacción.
10:30h bajamos a la sala de estar. Mi madre y yo. Disponemos
de una hora y media antes de acompañarla a la sala de fisio para sus ejercicios
diarios. Bien. Unas partiditas al domino nos entretienen, nos divertimos,
ejercitamos también un poco la mente y pasamos el rato. Tengo una urgencia y
voy al baño. Cuando estoy lavándome las manos, repaso un poco mi pelo. La
última vez, ya me preguntó cuánto hacía que me lo había lavado, yo dije: ayer. Respuesta de ella: Pues cualquiera diría que hace una semana.
Así que hoy, la visita tocaba con el cabello recién lavado. Entra una señora,
que venía ella precisamente de la pelu (en el centro disponen de ese servicio
entre otros) y me espeta: Estás muy
guapa, que sí... y yo: No, si eso me
importa poco, pero si no me arreglo bien el pelo tengo planchazo de mi madre.
Regreso a la mesa. El juego está dispuesto, la señora aparece y se apunta a la
partida. (Yo sé que a mi madre le gusta que juguemos solas, porque espera tener
toda mi atención centrada en ella, comprensible, pero no podía rechazar a
aquella mujer que también se la veía con ganas (necesidad) de compañía. ¡Nos ha
fundido! Salvo la primera mano, el resto se las ha llevado ella. Suerte que no
apostábamos dinero. Entre domino y domino, le ha dado tiempo de explicar, entre
otras cosas, que lleva siete años viuda, su marido, jugador de fútbol, tenía la
ilusión de ir al Camp Nou para verlo, su hijo le acompañó. No llegó a verlo. Entraron
en un restaurante antes a comer algo y quedó muerto en la silla.
Otro residente, aficionado a colorear dibujos. Sí, así tal cual,
al parecer cuando te haces mayor vuelves a las actividades de cuando eras crío
y empezabas a escribir, a pintar… vuelves a las manualidades con barro y a
pintar con ceras. Pues este señor pasa por nuestro lado y se planta junto a mí,
me da dos folios con unas impresiones pintadas por él. ¿Te gustan? Pregunta. Sí, muy
chulas. Contesto yo. Pues para ti. Te
lo regalo. Muchas gracias.
Luego queda la historia de Fermín (no se llama así, pero
vamos a mantener el anonimato bajo un pseudónimo), que al parecer, una nueva le
ha dejado salir de la planta sin saber que no tiene permiso. Y se ha hecho, con
su hazaña, muy visible para todos, pues se han puesto como locos a buscar por
todo el centro. Yo creo que se ha vuelto invisible.
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