jueves, 8 de octubre de 2009

Cracovia

Me como las uñas. Bueno, concretamente las muerdo, tengo una perfeccionadísima técnica de rasgar con los incisivos hasta seccionarlas y escupir la parte residual, sin llegar a ingerirla, lo que ratifica la puntualización del primer enunciado. Hago uso de esta práctica desde tiempos inmemorables, echo la vista atrás y no recuerdo no haberlo no hecho nunca. Cuesta pronunciar una frase con tanto no, pero creo que ese es el sentido correcto. ¿O debería decir: No recuerdo haberlo no hecho nunca, o no recuerdo no haberlo hecho nunca? Por Dios, que alguien me saque de dudas. Vamos, que llevo mordiéndome las uñas toda mi puñetera vida, y de eso, hace ya unos cuantos años. ¿Y a cuento de qué viene todo esto? Bueno, supongo que hay cosas insignificantes que nos acompañan a lo largo de la existencia en las cuales no reparamos y están ahí, pueden ser desde gestos, a vicios, pasando a comportamientos, muchos de ellos detestables por uno mismo. En mi caso, morderme las uñas es algo que, no por ello me condenarían, pero que me desagrada ser incapaz de poder evitarlo. Luego existen cosas mucho peores y que probablemente afecten a otros individuos y ahí entramos ya en cuestiones moralmente reprobables, pero que, por esa misma razón, cuestan más de admitir, por lo menos abiertamente.
Y en contrapartida, lo mismo sucede respecto a los demás. Esas minucias en nuestras parejas, amistades o conocidos que tanto nos repelen, pero que, la repetitiva acción de estas futilidades, pueden terminar por convertirse en una auténtica batalla que derive en acabar por matar moscas a cañonazos.

6 comentarios:

el theremin de Nacho dijo...

A veces la presencia de moscas revelan la existencia inadvertida de excesiva mierda, pueden ser signos beneficiosos para nuestra salud si cambiamos la estrategia. Si, Alice Harford tiene razón y sino que nos quiten lo bailao...

El Impenitente dijo...

Lo he hecho siempre no queda mal.

La importancia de las pequeñas cosas, la intransigencia, volverse mayor y, con ello, cada vez más gruñon. Con la edad uno tiende a la misantropía, a abandonarse a sus manías y a sus gustos cada vez importando menos el qué dirán. Y los demás cada vez son más insoportables.

Y mientras tanto seguiremos buenos chicos.

3'14 dijo...

Theremín, que más que un instrumento, parece un nombre de medicamento. Me has hecho buscar quien coño era Alice Harford ;) Pero es que esto es como GH, las estrategias no funcionan, es encontrar la fórmula mágica, que a unos cuesta más y a otros les surge de forma espontánea y natural :D
Seguiremos bailando y sintiendo frío.

El Impenitente, y mira que era sencillo "Lo he hecho siempre". Gracias.
En general, y desde siempre, a mí los demás me han parecido muy insoportables de por sí, si lo que me espera es todavía peor, no se yo si existirá forma humana capaz de soportarme a mí.

Mae dijo...

Uff, yo tb me las muerdo desde hace muuchos años...
Miro albúnes de fotos de cuando era una niña pequeña y en muchas aparezco con las manos en la boca en mi empeño.
Pero no demasiado, así que por eso no me quedan las manos demasiado feas...
Y no se a ti, pero para mi es el vicio mas duradero y dificil de dejar de los pocos o muchos que pueda tener.

Besos.

Arual dijo...

Pues yo me las había mordido toda la vida y hace justo tres años dejé de hacerlo, antes no imaginaba no morderlas y ahora no imagino hacerlo... qué curioso no??

Pilar dijo...

Que aprovechen, lo primero.
Yo me siento culpable por ser fumadora y ensuciar el ambiente allá donde me lo permiten,por el pestazo, por llevar demasiado tiempo ya fumando y porque es una esclavitud asquerosa que me encanta no obstante.
No deberíamos llevar la cuenta de las repelencias humanas, que son muchas, ni que nos las llevaran. Cierto no obstante que por mucho que una se quiera distanciar de ciertas acciones ajenas desagradables acaba topándose con ellas. Luego está cuando no te das cuenta de nada, ahí, ahí me gusta estar a mí!