sábado, 10 de septiembre de 2011

Objetos perdidos

Me encontré un móvil en el banco de la parada de bus. No había nadie cuando llegué, así que supuse que alguien se lo había dejado olvidado. Mi primera reacción fue cogerlo y buscar la manera de poder devolvérselo a su propietario. Podría haberlo ignorado pero, como a mí me gustaría que en caso de perder el mío quien lo encontrase hiciera lo mismo, lo agarré y pensé en como localizar al dueño.

Le quedaba poca batería, era un modelo antiguo, muy básico. De quien fuera o era alguien mayor, la sencillez de su funcionalidad es ideal para personas de determinada edad que les sobrepasan los avances tecnológicos, o una persona de pocos recursos económicos, casi nadie ya va con ese trasto, cualquier compañía ofrece mejores modelos por cero euros; o ambas cosas.

Si perdiera mi teléfono me llamaría por si quien lo hubiera encontrado contestase para devolvérmelo. Así que una de mis esperanzas era esa, que llamasen, aunque fuera otra persona, pero que por lo menos conociera al titular para avisarle de que el móvil se encontraba en buenas manos. También se me ocurrió llamar desde el mismo terminal al número que más frecuencias de llamadas tuviera, por lógica tendría que ser alguien que pudiera ponerme en contacto con la persona que lo había extraviado. Pero el saldo estaba agotado. Tal vez alguien ya lo hubiera encontrado antes y se le había fundido la pasta y lo había vuelto a abandonar. Quién sabe.

Estaba configurado en inglés, con pocos contactos en la lista y de nombres de origen africano. Los sms tampoco ayudaban mucho a la hora de obtener información sobre el amo. Todos, excepto uno, eran mensajes de la propia compañía telefónica, avisos de saldo y poco más. El que era personal estaba escrito en un idioma para mi desconocido ¿Qué debía hacer? ¿Dejarlo de nuevo donde lo encontré? ¿Llevarlo a la policía? ¿Qué hubiera hecho? Pues imagino que lo mismo que yo, dejarlo a un lado y esperar alguna llamada para informar sobre su paradero. Y aun, al igual, comprometer al dueño, prejuicios aparte, puede que se tratase de un inmigrante sin papeles y le buscaba un problema por mi desafortunada buena intención. Que de buenas intenciones el mundo está lleno pero de eso no se come.

Y así pasé la noche, mirando de reojo aquel dichoso objeto por si emitía algún sonido, algún acto de comunicación.

Si esto hubiera sido una película o un relato de ficción la trama habría sido más rocambolesca, con varios giros, habrían aparecido personajes en la acción dándole dinamismo y no el tostón que estoy narrando. Pero la vida es así: aburrida, sin sentido, llana y sin embargo imprevisible.

Mientras escribo estas palabras oigo un ruido, salgo del despacho y me dirijo a la puerta de cristal de la entrada, al otro lado veo un erizo, en un primer momento lo confundo con una rata gigante, pero a medida que me acerco constato que no, que se trata de un erizo, con paso lento olisquea por el suelo, pegado al vidrio, tuerce obligado por la imposibilidad de atravesarlo y se aleja calle abajo.

5 comentarios:

El Impenitente dijo...

El erizo viene a buscar su movil. La vida sigue siendo imprevisible

3'14 dijo...

Y ahora es cuando estamos en un parque con gente y nadie se rie,no?? Bueno, yo sí, va.
Por cierto, estoy segura que no has dado una oportunidad como merecen a mis gustos musicales.

SisterBoy dijo...

Oye pues no está nada mal lo de juntar las dos historias.

El Impenitente dijo...

Siempre escucho las canciones que enlazas. ¿No es eso dar una oportunidad?

3'14 dijo...

Sisterboy: Eso es lo que pasa en Catalunya cada 11S desde hace una década...
Impenitente: Sí, sí... Que escuchas las que enlazo no lo dudo, pero fíjate que digo "como merecen", eso es por lo menos más de una escucha, e incluso buscar el resto del álbum, al igual en él encuentras otras más próximas a tu gusto ;)
Pero vamos, que entiendo que lo que a mi me gusta no tiene porqué gustar a todo el mundo, era para picarte un poco.