domingo, 23 de noviembre de 2008

VII Parte

Se echó la mano al bolsillo y palpó el móvil. No recordaba que lo llevaba ¡Claro! Podría llamar a Juan y pedirle que fuera hasta su casa, o por lo menos, hasta lo que a día de hoy creía ser su casa. Alguien que pudiera darle algo de lucidez a todo aquel asunto, alguien en quien confiaba y no le tacharía de loco, cosa que temía haría la policía al explicarles su historia. Demasiadas preguntas para las que ni él mismo tenía respuesta.

Marcó el número tres, lugar en el que tenía en la memoria a su amigo, trás cuatro timbradas, una voz de mujer atendía con un mensaje el cual parecía proceder de un contestador automático. “El horario de nuestras oficinas es de lunes a viernes de nueve a seis de la tarde, rogamos nos llame en otro momento y disculpe las molestias, o bien puede dejar un mensaje después de la señal y en cuanto nos sea posible nos pondremos en contacto con usted. Gracias”. –Coño Juan, soy yo, ¿Qué clase de broma es esta?- No le dió para decir nada más. Colgó. Pero empezó a dudar de que se tratase de una macabra broma. ¿Cómo podría haberse puesto de acuerdo tanta gente para simular que todo el edificio en el que vivía no era tal y como lo recordaba?

Empezó a recapitular, tenía la cartera pero sin dinero, ni carnets, ni nada que pudiera identificarle. El edificio en el que creía vivir no era tal, y nadie le había reconocido, puede que entonces no fuera quien hasta el momento en el que recobró la consciencia en aquel lavabo creía ser. Entonces, ¿Quien coño era? Tenía en su memoria toda una vida que por lo visto no tenía nada que ver con la realidad, y no disponía de ninguna pista que le condujera hacía quien era. ¿Le habrían borrado la memoria, y le habrían insertado otra falsa para volverle loco? ¿Pero acaso eso mismo que estaba pensado no era de por si una locura? Había visto demasiadas películas de ciencia ficción. Cómo esperar allí sentado a la policía e irles con semejante cuento ¿Y si constaba en los archivos policiales como algún delincuente perseguido? Su imaginación empezaba a desbordarle, pero dados los recientes acontecimientos primero tenía que averiguar quien era.

Salió corriendo del portal a tiempo que veía girar al final de la calle un coche patrulla de la policía. La amenaza del energúmeno que le empujó había resultado cierta. Entonces, el simulacro de una ficticia suplantación de identidad podía descartarlo. Definitivamente aquella no era su casa.

Pensó que volver al bar donde al parecer había empezado todo podría ayudarle a esclarecer algo, pero como no tenía dinero, prefirió quedarse fuera, justo en la acera de enfrente. Se apoyó en la pared y empezó a repasar todos los número que contenía la agenda del móvil. Ninguno le resutaba familiar.

De repente, un hombre se detuvo junto a él, empezó a hablarle a una distancia demasiado corta como para tratarse de un desconocido, es evidente que mantenien algún tipo de relación, pero, ¿Cual podría ser su vínculo?

-¿Se puede saber qué haces aquí afuera con este frío?¿Y porqué tenías que citarme en el culo del mundo? Sabes que no me gusta el extrarradio, pero tranquilo, entiendo que toda precaución es poca.- Le observaba con desconfianza, pero intentando mantener la calma y aparentar cierto estado de normalidad, aunque su primer impulso había sido decirle que no tenía ni idea de quien narices era, había preferido esperar a ver qué le descubriría acerca de él aquel individuo.


Tú eliges:

A) El personaje se deja llevar por el desconocido hacía el bar, pues parece que se habían dado cita previamente en el aquel local. Sea quien sea, con toda la gente que había en él, puede sentirse seguro de que no le puede suceder nada malo y con la conversación puede obtener información.

B) El personaje sugiere ir a otro lugar más reservado, lo de toda precaución es poca le ha dado ha entender que su cita contiene un grado de clandestinidad por motivos que todavía no conoce y en el bar hay demasiada gente con los ojos puestos en él. Y por otra parte, su nuevo amigo puede que le conduzca hacía un nuevo escenario en el que pueda descubrir más cosas sobre si mismo.

5 comentarios:

Lena dijo...

Opción B. Esperemos que no esté muy lejos ese lugar, pues no olvidemos que el protagonista sigue sin zapatos ;).

El Impenitente dijo...

También B. Y en ese lugar clandestino Mónica Bellucci baila la danza de los siete velos.

Anónimo dijo...

Opción A. Aunque me guastan las dos opciones. Ya que se habían dado cita en ese local, pues que así sea. Por otro lado, por como están yendo los acontecimientos mejor desconfiar de cualquier persona y estar rodeado de más gente por lo que pueda pasar...

3'14 dijo...

Lena, en el "capítulo" anterior, cuando se despierta en el lavabo del bar ha recuperado sus pertenencias, incluídos los zapatos. No sufras, que ahora no va descalzo ;)

Impenitente, quien sabe si con tu persistencia tal vez algún día aparezca la bellucci, pero no será duchándose en los vestuarios de ningún gimnasio, pervertido! :P

Mons, en parte tienes razón, pero, un paranoico es un paranoico, y yo, que lo puedo llegar a ser hasta extremos insospechados pensaría que la gente de ese bar está implicada desde el primero al último. Pero no quiero influir, eh? Todavía no hay nada pensado de cómo va a continuar esto.

Pilar M Clares dijo...

Me parece que tú misma nos conduces a la B
hummm, pues sí,mejor dejar la puerta abierta a lo desconocido.


B