En los últimos días se ha desatado una polémica en los medios en referencia al sexismo (o no) durante la fiesta de San Fermín.
Adjunto enlace con la noticia (en realidad se trata de un artículo de opinión) que ha desencadenado el debate.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2013/07/11/san-fermin-sexista.html
Estaremos de acuerdo en que durante las fiestas se crean celebraciones que forman parte de una arraigada tradición, en ocasiones brutas e incomprensibles en otros contextos. Siendo así, que una muchacha suba en hombros de un chico y por decisión propia decida desprenderse de su ropa dejando sus senos al descubierto podría interpretarse como algo tradicional y festivo, y no por ello, los varones congregados a su alrededor deben tomarse la gratuita licencia de magrear y sobar hasta la saciedad a esa mujer. ¿Cierto? También es posible pensar que, la tradición, más allá de quitarse las prendas de vestir, incluya también toqueteos y roces por parte de los asistentes. Dato necesario conocer con exactitud para no caer en la polémica de la cual hoy estamos hablando. Ergo, si se abre el debate es porque no todas las partes implicadas tienen bien entendidos los límites de esos actos.
Lo que quiero destacar es que desprecio cualquier persona que de antemano argumente que cualquier chica que exponga sus pechos ante un elevado número de varones embravecidos por el jolgorio que propicia el alcohol y las ganas de fiesta se lo ha buscado (eso de que cualquier individuo tenga ya el derecho de meterle mano) por propiciar una provocación. Parece que a muchos se les ha olvidado, o directamente no han sido educados en aquello tan sabido de: Niño, eso no se toca, antes debes pedir permiso. Por otra parte, es obvio que si la persona que expone su cuerpo a la multitud acepta los manoseos etc, ahí no hay nada que rascar (pero parece que sí hay bastante que frotar). De ser así, las mentes más escandalizadas podrán exponer otro tipo de argumentos en pro el decoro y la moral, o la ética, pero no acuñar la bandera del sexismo ni acoso sexual si la presunta víctima está encantada y disfruta de su cuerpo libremente. No debería hablarse de acoso sexual a la ligera, pues una persona hostigada por ese erróneo concepto de la frontera entre lo permisivo y lo prohibido en el terreno sexual podría sentirse menospreciada si su desagradable vivencia la mezclan en el mismo saco de otras en las que no ha existido tal delito y mucho menos que se deba minimizar la importancia de este si a una mujer la magrean sin consentimiento, sea en mitad de las fiestas en una plaza, la playa, una discoteca o en un convento, independientemente de sus vestimentas o ausencia de estas, ni de su actitud, pues como comento, el autocontrol reside en cada uno, y por primarios que sean los instintos de un hombre, el raciocinio debería primar por eso de ser condición del ser humano.
Y añado mi opinión personal: Siendo un espacio público y una festividad para toda la ciudadanía, por más consentimiento de ambas partes que exista , no apruebo la "tradición" de despelotarse y ser magreado, sean mujeres u hombres el objeto de tocamiento. Además de haber lugares más adecuados para ejercer libremente cualquier acto con connotaciones sexuales, en las que cada cual puede dar rienda suelta y cabida a sus fantasías.